COSTA ESMERALDA, VERACRUZ.

Dónde: Costa Esmeralda, Veracruz.

Con quién: Sam, Olivia, Pau y Mamá.

Cuándo: Marzo 2022.

Cuánto: 2/5 $$$$$


 

Era domingo por la tarde cuando Sam y yo caimos en cuenta de que era buena idea ir a la playa. Hicimos un par de llamadas, cancelamos un par de planes e invitamos a un par de personas; después cargamos la camioneta, revisamos niveles, fuimos al súper, al cajero y a dormir porque el lunes a las 04:45am ya estábamos saliendo hacia Veracruz con una bebé de seis meses que nunca había visto el mar, dormida en su sillita. Tuxpan es la playa más cercana a la Ciudad de México (alrededor de 4 horas) y solo unos kilómetros al sur está una de mis playas favoritas.

 
 
 
 

En verdad es la Costa Esmeralda, este tramo de carretera que va de Nautla a Tecolutla pasa por distintos poblados, pero Casitas es uno de los más grandes y además está bonito decirlo, entonces así le llamo y seguiré llamando.

Desde antes de que yo naciera, mis abuelos visitan estas playas seguido con sus hijos, primero acampando y después probando en una variedad de bungalows u hoteles. Éstas eran las playas en donde nos reuníamos como familia en verano o semana santa, los recuerdos son interminables y hay un cariño y nostalgia que empapan estos paisajes: caminatas al amanecer, fogatas, cangrejos, perros brincando olas, cocteles de camarón, juegos de mesa y tanto amor familiar.

 
 
 
 

Conozco gente a la que esta región no le gusta por simple o austera, pero son esas mismas características que a mí siempre me han resultado encantadoras, hay un dejo de soledad y abandono que puede ser polémico, no es lujoso pero tiene mucho encanto. En esta visita la temporada era baja, los hoteles y negocios estaban en su mayoría vacíos y además, un huracán azotó la región en agosto, factor que dramatizaba los paisajes.

 
 
 
 

Desde hace algunos años, el destino es el Hotel Arena, un hotel bonito y discreto que acepta perros, tiene dos albercas y habitaciones simples. La gente siempre ha sido atenta, me gusta creer que el dueño nos reconoce y nos saludamos con gusto cuando nos vemos, él siempre está ahí, ocupándose del lugar y haciendo remodelaciones.

 
 
 
 
 

El hotel sirve desayunos muy ricos, pero para la hora de la comida nos gusta salir y las opciones son limitadas (especialmente en temporada baja), se puede comer en los restaurantes de algunos hoteles, o manejar hacia Casitas en donde hay varios restaurantes grandes de mariscos que hemos probado, son ricos y no tan baratos; pero hace algunos años encontramos una joya, un pequeño restaurante familiar que está sobre la carretera, en el kilómetro 74.5: Las Cazuelas. Los precios son muy accesibles, la gente es muy amable y yo estoy convencido de que la señora Lucero tiene el mejor sazón de toda la costa.

 
 
 
 

Después de años de visitar esta región, me pregunto si hay rasgos de personalidad propios de la gente que vive aquí. Conocí también a Evaristo, que llegó al hotel en un camión de redilas que vendía accesorios de limpieza y rellenaba contenedores con distintos productos. Fueron sus botas las que me llamaron la atención.

 
 
 
 

Mi hija, mi perro y todos los demás estuvimos felices durante cuatro días y recordamos lo cerca que estamos de Casitas, lo bonito que es visitarlo y me di cuenta de que no pudo haber una mejor playa ni un mejor momento para que Olivia conociera el mar.