La cabaña en la que nos quedamos es la más pequeña de las cuatro. En un solo nivel elevado, tiene una cama grande, una chimenea que no prendimos, una cocineta pequeña, lavabo y regadera. El frente de la cabaña tiene unas puertas/ ventanales  grandes que permiten la entrada de luz natural, además de que te dejan ver constantemente el bosque en toda su grandeza, los árboles que ves de frente, son particularmente altos.

Pasamos ahí dos noches y dormimos con las cortinas abiertas, por lo que antes de las 8am, el sol empezaba a rebasar la cima de los árboles que teníamos de frente y a colarse a la cabaña, pero más que la luz, me levantaban las ganas de calentar agua para hacer un café y preparar el desayuno. Sam y yo decidimos ser muy prácticos y el día que salimos de la ciudad, pasamos por el Automac y sin pensarlo demasiado, compramos cinco McBurritos y cinco McMuffins, por lo que en nuestra hielera había prácticamente una reserva infinita de McDesayunos esperando a calentarse en la parrilla de la pequeña estufa que había en la cabaña, y todo estaba bien porque también llevamos un poco de fruta; desayunamos en la mesa de la terraza con el sol calentándonos de frente y nos preparamos para salir a caminar. 

Hay muchos senderos en los bosques cercanos y aunque no había mucha claridad sobre a dónde ir, caminamos sin rumbo, en direcciones distintas cada día y sin llegar a ningún lugar en particular, disfrutando los paseos.

De regreso en Mi Cielo hay suficiente espacio abierto y verde que disfrutar, así es que nos acostamos en el pasto al lado de una de las albercas más frías y refrescantes en las que he nadado, parece como si hubieran desviado ligeramente un riachuelo para crecerlo en una alberca de agua cristalina, rodeada de plantas y vegetación.

Tal vez no comimos desayuno de McDonalds a la hora de la comida porque decidimos ir por una pizza a una panadería cercana, y para cuando la terminamos y el sol empezaba a esconderse detrás de nuestra cabaña, eran las seis de la tarde y sentíamos que se terminaba el día. Escuchamos a unos pájaros cantar que sonaban como esos carillones de cristal que la gente cuelga en sus ventanas y que suenan cuando corre el viento. Prendimos las velas, jugamos Sequence y platicamos recordando nuestros viajes favoritos hasta que nos quedamos dormidos un poco antes de las 8:30pm.

Cuando me preguntan cuál es lugar preferido para vacacionar, el calor y las olas hicieron que no le de demasiadas vueltas a mi decisión; pero con este nivel de cabaña en el bosque, estoy dispuesto a reconsiderar mi respuesta.